La actividad y la gestión pública ni es neutra, ni es indiferente, ni es indeterminada, las decisiones tomadas por los y las responsables políticas tienen un fundamento ideológico. Cada paso, cada elección y cada razonamiento, vienen dados de un conjunto de ideas y valores éticos y conceptuales que nos permiten aplicar nuestro conocimiento al servicio de unas u otros, todo ello con el respaldo electoral conseguido.
Asisto atónito a la subasta a la baja, sin más, de los impuestos. Es evidente que, a nivel impositivo, la ideología es decisiva. Un gobierno puede gravar a los que más tienen y más ganan para equilibrar y potenciar la igualdad social, para garantizar derechos fundamentales y servicios públicos, sanidad, educación, dependencia, infraestructuras, transportes… que es lo que hacen los gobiernos de izquierda.
Otros gobiernos, por el contrario, prefieren liberar a los sectores más favorecidos, suprimiendo impuestos a las y los ricos, como hacen los del PP en Madrid y Andalucía o proteger a bancos y energéticas, como hace el PP de Feijóo. Así es la ideología de la derecha en España, que se concreta en el rescate de bancos con dinero público, el despido libre o la no revalorización de las pensiones, frente a la del PSOE que rescata a la mayoría social con ayudas a Pymes o los ERTE, la reforma laboral o la revalorización de las pensiones con el IPC.
También es verdad que la posición fiscal tiene que ver mucho con la honestidad y la fiscalidad hipócrita, que es el paradigma del PP, diferente cuando gobierna que cuando está en la oposición. El PP con Rajoy en el Gobierno, el padrino de Feijóo, sólo en el primer año de legislatura realizó 30 subidas de impuestos, entre ellas cinco revisiones al alza del IRPF, cuatro del impuesto de sociedades, dos del IVA, dos de bienes inmuebles… Mientras ellos dicen que bajan los impuestos a los megamillonarios, crean el impuesto al sol y al mismo tiempo, sin sonrojo alguno, exigen que se bajen los impuestos de la luz, la hipocresía hecha realidad.
Los números aburren y a pesar de ser concretos, confunden a una sociedad que está harta de enfrentamientos vacíos en tribunas mediáticas que defienden los intereses de los que más tienen en cualquiera de sus formas. Son y forman parte de una oligarquía que, o se controla en favor del bien común, o presionarán siempre en favor de sí mismos, escondidos y camuflados en las siglas de los partidos de derecha.
Nuestra empeño está en tratar de tener una democracia fuerte y justa que premie el esfuerzo y garantice la libertad individual para estudiar, curarse, emprender… Por ello, cuidado, cada decisión de gobierno responde a una manera global de entender el derecho y la igualdad, dentro de un tejido social que mientras más cohesionado sea en materia de desarrollo y crecimiento, mejor país seremos capaces de construir.
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