Miguel Á. Morales: Políticas canallas

Artículo de nuestro Secretario General, Miguel Ángel Morales.

“Los intelectuales somos muy reaccionarios, y son más reaccionarios los que presumen de progres.”

Francisco Ayala

Vivimos épocas muy difíciles. La dificultad reside, sobre todo, en la impaciencia para sostener argumentos, en el ruido ante los adjetivos, la mediocridad postulada desde consignas vacías. Y, obviamente, la mentira.

Un intelectual tiene sobre sus hombros, la evidente obligación de escapar de las generalizaciones, de huir de las simplezas y, además, de respetar el esfuerzo, la voluntad y la honestidad de algún que otro “canalla”, que creyó en su tierra, que creyó es sus paisanos y que apostó por cambiar, para siempre, el destino de Extremadura.

Se supone, de un intelectual, un profundo análisis que, lejos de la obsecuencia, apunte con acierto al corazón de los retos superados y los muchos que nos quedan por superar. Por el contrario, un repaso general, insultante y lineal no es didáctico; es populista.

Así pues, durante este 8 de septiembre, saliendo ejemplarmente de una pandemia, sorteando los baches provocados por una guerra que nos condiciona negativamente y a pesar de ello, logrando datos de empleo históricos, no podemos poner la otra mejilla para que nos machaquen delante de toda España con chascarrillos de mal gusto y generalizaciones banales. No es necesario disculparse ante los “canallas”, sino ante el orgullo de las y los extremeños que, con voluntad, se superan cada día.

Alfonso Guerra, seguramente uno de esos “canallas”, decía que el intelectual pedante oculta su ignorancia bajo su pretensiosidad. El caso de pedantería que nos ocupa fue adornado por la adjetivación hiriente que señala a unos “canallas” elegidos por la gente, muchos de ellos en repetidas oportunidades. ¿Cómo definir a quienes votan a un canalla? Me gustaría tener una respuesta del intelectual que, desde lejos, nos señala como a borregos.

La esencia misma del pensamiento es la duda y la duda se compone de preguntas y cuestionamientos. Como la pedantería no es lo mío, no me sale, no sé, y no me interesa pasar por lo que no soy, me detendré en simples preguntas:

  • ¿Es de canallas llenar la universidad de hijas e hijos de obreros?
  • ¿Es de canallas convertir corrales en escuelas municipales?
  • ¿Es de canallas invertir más que nadie en sanidad pública?
  • ¿Es de canallas invertir en centros de salud en cada pueblo?
  • ¿Es de canallas tener las mejores carreteras, y gratis, de España?
  • ¿Es de canallas reemplazar miseria por igualdad?
  • ¿Es de canallas articular los ERTE, la reforma laboral, la rebaja del IVA sobre electricidad, la subida del ingreso mínimo vital, la subida pensiones no contributivas, la bonificación de combustibles, la revalorización de las pensiones con el IPC, la subida del salario mínimo de 750 € a 1000 €, los abonos gratuitos para transporte?
  • ¿Es de canallas el aumento de las becas de estudios en más de 400 €, los más de 450 millones de € para ayudas directas al transporte, los 1.900 millones de euros para rehabilitar viviendas y para la construcción de viviendas sociales?
  • ¿Es de canallas la regulación de los recursos naturales extremeños para que nadie más pueda explotarnos?
  • ¿Es de canallas activar medidas para paliar la sequía, la apuesta por energías renovables, o el nuevo plan de formación profesional?
  • ¿Es de canallas pelear y conseguir 1700 millones de euros para que, definitivamente, tengamos el tren que nos merecemos cuando otros destinaron nuestro dinero para mejorar el tren gallego?

En definitiva, todas estas políticas canallas, son las que hacen que Extremadura avance y dejemos todo nuestro empeño en hacer que esta tierra juegue en lo más alto de la economía europea cuando empezamos siendo un coto privado, mísero y olvidado por un centralismo que conseguimos, los canallas digo, cambiar por un país de Autonomías que, en nuestro caso, nos hizo avanzar en 40 años, lo que nos impidieron en siglos. No ver eso, no reconocernos en el progreso, no sólo es de canallas, sino de un populismo tan atroz como el que, desde las cavernas, postulan otros. No. Extremadura no se lo merece.

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