Lara Garlito: Hilo negro

Más antiguo que el hilo negro seguro que alguna y alguno de vosotros ha escuchado esa expresión. Yo la recuerdo cada vez que la derecha política de nuestro país manosea la fiscalidad cuando se encuentra en la oposición en el Congreso de los Diputados o si quiere hacer oposición al gobierno central desde alguna Comunidad Autónoma. Antiguo, sin duda es el asunto, ya en el Antiguo Egipto uno de los pilares en los que se sustentó su desarrollo fue en la instauración de un sistema de recaudación de impuestos. Sus métodos de cobro eran, obviamente, menos pacíficos que el de las actuales agencias tributarias, pero en su sistema fiscal ya diferenciaban entre impuestos directos e impuestos indirectos como los del aceite, estos últimos, los más criticados por los contribuyentes egipcios.

Egipto, Grecia, Roma, grandes civilizaciones pervivieron y evolucionaron durante siglos porque, quizá, desarrollaron, entre otras cosas, un sistema de recaudación de impuestos eficaz.

Más recientemente, tras la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba devastada y necesitada de una inversión extraordinaria para poder frenar el hambre y la pobreza de postguerra. El presidente estadounidense Truman impulsó el mítico Plan Marshall, una inversión de 163.000 millones de euros para reconstruir Europa en un tiempo récord. Estados Unidos estaba también en una situación económica sensible tras la guerra y esa ingente cantidad de dinero salió del bolsillo de los estadounidenses más ricos. El presidente Truman elevó los impuestos a las grandes fortunas en más de 20 puntos. Entre 1945 y 1964, las y los ricos estadounidenses contribuyeron al crecimiento del país con 9 de cada 10 dólares que ingresaba. Después de Truman no se eliminaron esos impuestos al producirse otros mandatos. El resto fue historia, gracias al Plan Marshall Europa volvió a revivir y EEUU se convirtió en la primera potencia mundial.

Aún tenemos vigente la crisis vivida ante la pandemia y la respuesta de una Unión Europea solidaria y con proyecto común frente a la Europa austericida de la anterior crisis y que en España vivimos con el Partido Popular a través de aquellos viernes de dolores de los Consejos de Ministros que solo traían recortes y dolor. Y muchos y muchos impuestos.

Ahora asistimos a la subasta pública de ese mismo partido prometiendo una bajada de impuestos generalizada y concretada en la eliminación de los que solo benefician a quien más tiene. No dudo de su lógica ideológica, si pueden pagarse de forma privada todos los servicios públicos como la sanidad o la educación, ¿por qué van a querer fortalecerlos con lo que entienden que son sus recursos? Eso sí, enfangan un debate jugando con la dificultad de las familias, de los trabajadores, de los autónomos, de las pequeñas empresas, de quien sufre cada vez que va a comprar o pagar sus recibos.

Ayer el presidente de la Junta de Extremadura con la coherencia que imprime el buen hacer y la convicción de que el que más lo necesita es el que más requiere, anunciaba la mayor bajada de tasas y precios públicos: ITV, canon del agua, comedores escolares, aulas matinales, dirección y certificación de obras, licencias de caza y pesca, pruebas de laboratorios, ordenación de transportes, tarjetas de transporte subvencionadas…

Rebaja de impuestos generalizadas que solo beneficien a los que más tienen y debiliten los servicios públicos no, aliviar la carga económica de la familias sin tocar los impuestos que afectan a los servicios esenciales sí.

Cuando escuché la expresión por primera vez busqué su historia, en mitad de la búsqueda encontré muchas otras leyendas sobre el hilo negro que hablaban de equilibrio, quizá también los impuestos, como todo, tengan que ver con ello.

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